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Las experiencias agroecológicas garantizan alimentación abundante y saludable.

Ante la actual agricultura ostensiva y en gran escala, que utiliza miles de litros de agroquímicos y empobrece la tierra, y de la crisis alimentaria que afecta al mundo, surge la agroecología, propuesta concreta que rescata conocimientos ancestrales, fomenta una economía social y solidaria y combate los cambios climáticos. Buscando mostrar que esa propuesta se convirtió en una realidad en varios países, sobre todo de América Latina, la agencia Noticias Aliadas reunió algunas experiencias y las recopiló en el informe «Agroecología – Una contribución a la soberanía alimentaria”.

Agroecología en América Latina

Experiencias de Guatemala, El Salvador, México, República Dominicana, Honduras, Haití y Nicaragua y comprueban que esa forma de cultivar, transformada en forma de vivir, es capaz de garantizar alimento seguro, hacer frente a los cambios climáticos e incentivar el comercio justo y el consumo responsable.

En 2006, campesinos indígenas de la Sierra de los Cuchumatanes, en Guatemala, por ejemplo, acordaron abandonar la agricultura intensiva y cambiarla por la agricultura orgánica. La decisión vino de la toma de conciencia de que los agroquímicos y pesticidas estaban contaminando las fuentes de agua y empobreciendo el suelo. Así, fundaron la Asociación para el Desarrollo Sustentable de la Mancomunidad Huista (ADSOSMHU) y decidieron invertir en el desarrollo sustentable de la región.

Con paciencia, dedicación -sobre todo de las mujeres- e inversión en fertilizantes orgánicos, en poco más de dos años la producción agrícola orgánica superó los niveles anteriores y la tierra viene siendo descontaminada, generando alimentos con color, sabor y aroma diferentes. Casi toda la producción es consumida por las familias de la Asociación; el excedente es vendido en mercados locales.

En El Salvador, después de ver el suelo y sus alimentos contaminados por agrotóxicos, agricultores y agricultoras decidieron impulsar el ‘Programa de Campesino a Campesino’. La iniciativa consiste en el intercambio de productos que sus integrantes cultivan. Para producir se utilizan prácticas agroecológicas, que incluyen el uso de semillas nativas, de fertilizantes orgánicos, el control biológico de plagas, rotación de cultivos y el respeto de los ecosistemas.

Una importante conquista del Programa data del 5 de septiembre de 2013, cuando la Asamblea Legislativa prohibió la importación, exportación, distribución y comercialización de 53 agroquímicos. Los campesinos intensificaron la lucha después de la ocurrencia de 60 muertes, todas por insuficiencia renal, ocurridas en San Luis Talpa, probablemente causadas por la contaminación generada por el uso de agrotóxicos. En Nicaragua, país considerado el segundo más pobre de América Latina, el Programa de Campesino a Campesino también está presente, cambiando la vida de varias familias que viven de la tierra. Los agricultores y agricultoras que adhirieron a la iniciativa cambiaron prácticas nocivas, como la quema, y hoy apuestan a la diversificación de cultivos y al uso de semillas nativas y fertilizantes orgánicos, todo conquistado con la transferencia de conocimientos e informaciones.

Las semillas criollas son un tema de gran importancia para quien trabaja en la agroecología y, en Nicaragua, del 70% al 75% de la producción de los granos básicos cultivados son de esa naturaleza. La cifra es una conquista del país, pues las semillas nativas representan la garantía de seguridad y soberanía alimentaria para los campesinos.

A pesar de las experiencias exitosas, en la evaluación del informe, los gobiernos de América Latina deben mirar la agroecología con más atención y darse cuenta de sus reales beneficios y resultados sobre la salud, la economía, el ingreso y la vida de campesinos y campesinas, dejando de lado el estímulo desenfrenado de la agricultura ostensiva y la destrucción de tierras cultivables para el fomento al sector agropecuario exportador.

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